"He aquí la ley que en nuestra Selva rige, y que es antigua como el mismo cielo. Prosperarán los lobos que la cumplan, más aquel que la infrinja será muerto".
¡Manada, manada, manada! Hizo el llamado Fao, lobatos, lobeznas y gacelas acudieron inmediatamente a él, todos unidos de las manos esperamos la llegada de Akela, nuestro viejo lobo, todos estábamos muy animados. Se hizo el llamado, el primer campamento del año la Manada Torak-Renn, antes de nuestra partida se dieron avisos a los padres; se revisaron mochilas, se alistaron las casas de campaña. Era hora de partir, todos con mochila en hombro, guiados por Akela dimos inicio a una nueva experiencia.
¡Listo! Todos estábamos a bordo de nuestro transporte, en esta ocasión, nuestra Manada disfrutaría de la experiencia de viajar en transporte público, por primera ocasión. Nuestro primer destino fue la llegada al metro más próximo, íbamos escoltados por el Jefe de Grupo y la Jefa de Clan, una vez allí, esperamos por unos momentos la venida de nuestra rezagada gacela. Pasamos los torniquetes, y fue entonces cuando comenzó nuestra verdadera hazaña. Tendríamos que recorrer todo la línea azul del metro, de base a base, todos nos encontrábamos entusiasmados, las mochilas parecían no pesar, la gente parecía no estar, entre risas, juegos y una que otra fotografía que guardaría nuestro recuerdo llegamos a la estación, de donde saldría nuestro autobús con destino al Campo Escuela Scout, Meztitlá. Nos situamos por algunos momentos en un pasillo de la estación mientras el viejo lobo adquiría los pasajes que nos darían la entrada, lo cual nos dio oportunidad de hacer un pequeño tentempié.
Había llegado la hora, caminamos hasta toparnos con el autobús, allí nos encontramos con la sorpresa de que tendríamos que esperar por algunos minutos ya que estaban retrasados los camiones, lo cual por ningún momento deja caer nuestro entusiasmo, pasaron así rápidamente los minutos, cuando finalmente pudimos abordar el autobús. La salida del Distrito se dificulto por el tráfico que había, pero pareció no importar eso ya que todos nos encontrábamos muy entusiasmados. De pronto en la parte trasera se comenzaron a escuchar carcajadas de nuestro alegre Akela, aunque nunca supimos el motivo de estas.
Pasado un largo rato en el autobús y sin importar la hora, llegamos a una gasolinera, de donde tendríamos que partir hacia Meztitla. Allí nos subimos a una camioneta la cual a través del pueblo nos ayudo a llegar a nuestro destino, finalmente allí estaba, todos aunque con mucho calor y algo cansados por el largo viaje llegamos muy entusiasmados.
Y así antes de ubicar nuestro campamento tomamos un pequeño descanso a la sombra de una árbol que se encontraba cerca de una pequeña tienda, en donde pudimos comprar algún tipo de botana y refrescarnos con... refrescos. Luego proseguimos nuestro camino en busca de un lugar adecuado para acampar, encontrándolo cerca del campamento de un jefe de Expedición con un solo Expedicionario, el sol de las dos o tres de la tarde nos hizo apresurar el trabajo al momento de montar las casas de campaña.
Al final, toda la Manada pedía a gritos poder ir a la alberca a refrescarse, el calor era intenso, y el día aún largo; después de cerca de una hora todos estábamos más que dispuestos para darnos un chapuzón, el agua estaba bastante fría como para quitarle los ánimos tanto a Akela como Fao —incluso a mí—, pero la Manada se encontraba bastante entusiasmada que no importo el frío del agua, el ligero viento (que cuando soplaba calaba hasta lo huesos), de pronto todos nos encontrábamos en el agua, tan solo tratamos de divertirnos y pasar un rato agradable.
Cuando salimos y todos convertidos casi en paleta, por el aire tan frío que recorría todos los rincones de Meztitla, fuimos a nuestro campamento por un entremés, ya que la cena se servia en el comedor hasta las ocho, hacia ya demasiada hambre y apenas eran las seis, así que aguantamos dos horas más con una lata de atún que cada uno preparo. Después, fuimos por una verdadera cena, tacos dorados y un exquisito ¡chocolate caliente!, toda la Manada estará de acuerdo conmigo que fue lo más rico de la cena. Al terminar y ya en nuestro campamento preparamos la fogata, pero antes de prenderla, nos permitimos recostarnos por un momento en el suelo aun caliente por el intenso sol de la tarde, contemplando las estrellas, Akela nos hacia una reflexión que cada uno guardo, lo puedo asegurar de un forma muy especial en su corazón, algunos por ser su primer campamento.
Al final ya del día, prendimos la fogata y al son de canciones scouts dirigidas por nuestro viejo lobo, observamos como lentamente se consumían los pedazos de madero que la alimentaban, todos bailábamos y cantábamos lo más fuerte que podíamos. Así la noche poco a poco fue reclamando su tiempo, al mismo tiempo que nuestra pequeña Manada reclamaba su descanso ya tan merecido después de un largo pero esplendido día.
La mañana llego tan rápido, como rápido paso la noche, todos muy temprano y aún adormilados pero con ganas de una nueva actividad, comenzamos nuestra rígida actividad matutina comandada por Akela, ejercicios matutinos para poder despertar como la selva reclama. Y antes de las ocho de la mañana todos nos encontrábamos ya en el comedor dispuestos a tomar nuestro primer alimento del día el cual tendría que aguantar hasta ya muy entrada la tarde. Después del almuerzo, todos fuimos enviados a las regaderas, el día prometía ser bastante largo y una manada maloliente nunca sería bien vista por los demás animales. Cuando terminamos nuestro aseo personal, salimos en la mejor expedición que la Manada pudo tener en ese campamento. El camino a recorrer sería largo, el sol de mediodía pesaba sobre nuestros hombros, pero nada de eso nos desanimo, salimos con la intención de lograrlo: llegar a la pirámide del Tepozteco. Atravesar el pueblo antes de llegar nos permitió conocer a la gente de aquel lugar, y cuando por primero vez pudimos observar el verdadero camino que habríamos de seguir durante aproximadamente dos horas, entusiasmó tanto a la Manada que los primero pasos parecieron no pesar, así poco a poco cada quien llevaba el mejor paso que le permitiría conseguir nuestra meta.
El camino ejercía una fuerza de atracción tan grandes sobre quien ponía un pie en el primer escalón que pronto la gran escalinata se vio invadida de camisetas azules con una orgullosa huella amarilla en la espalda de cada uno. De pronto de escuchaban comentarios de la personas a nuestros alrededores algunos de motivación, otros más de sorpresa pero hubo quienes lo hicieron con pésimas intenciones, y sin importar continuamos nuestro camino.
¿Y Fao? Comenzaron a cuestionar las gacelas, hay que llegar a la cima para poderlo ver, nuestra Manada por un momento de encontró dividida por el entusiasmo que mucho representaron al ascender de forma más rápida que otros. Luego de mucho camino, cuando por fin pudimos divisar a Fao, nos encontramos en la situación de que el tendría que continuar con su camino mientras que los demás seguíamos el nuestro.
El descenso fue lo más divertido saltando de piedra en piedra y esquivando a las personas fue rápido, al final del camino finalmente nos pudimos reunir todos. Y así camino hacia nuestro campamento, nos encontramos con el Jefe de Grupo quien amablemente se ofreció a llevarnos a Meztitla, ya que nos encontrábamos muy retrasados en el tiempo, sin acudir en primer lugar al campamento nos dirigimos al comedor ya que el estomago comenzaba a demandar su alimento vespertino.
Conforme acabamos de comer, tuvimos que irnos dirigiendo al campamento, en donde nos encontramos con la amable sorpresa de que el Clan Sioux había hecho la tarea de recoger algunas de las casas de campaña. Después de haber reunido todas nuestras pertenencias, partimos en nuestro camino de regreso, por suerte nuestro Jefe de Grupo llevaba camioneta lo cual permitió, que las mochilas, él las llevara de regreso, para nuestra gran suerte.
Cuando llegamos a la parada de autobuses nos encontramos con la fabulosa noticia que tendríamos que esperar cerca de una hora cuarenta y cinco minutos al autobús que nos pondría de regreso a casa, así con los pocos ánimos que aun nos quedaban nos dimos a la tarea de esperar con gran paciencia el próximo autobús. El tiempo transcurrió rápidamente, cuando finalmente abordamos el autobús, cada uno tomo su asiento, y aunque todos pensamos que caeríamos rendidos, fue totalmente lo contrario ya que la Manada estaba tan feliz por el campamento que estaba por terminar que aun tuvieron la suficiente pila para ir durante todo el caminó con una gran sonrisa dibujada en sus rostros.
El regreso fue más corto que la ida, así que pronto llegamos a la terminal, pero no a nuestras casa, tuvimos que volver a abordar el metro y nuevamente recorrer toda la línea del metro, y finalmente un camión que sería el que finalmente nos llevaría a nuestra cabaña, aunque todavía tuvimos que caminar algunas cuadras.
El regreso fue magnifico, los padres esperando ansiosos poder ver llegar a sus hijos e hijas y, la Manada feliz de regresar a su casa después de un sorprendente campamento, en donde cada quien pudo apreciar el verdadero significado y valor de una manada.
Redacción a cargo de Raksha (Ana Laura), Fao corrección de estilo y collage fotográfico por Akela.
21 marzo 2006
Nuestro primer campamento del año "Meztitla 2006"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)